sábado, 17 de enero de 2009

Testimonio oral: Historias de Pacaraos



Informante: Pablo Padilla Chávez (Pacaraos-Huaral, Lima)
Recopilador: Johana Paola Padilla Mena




Los animales que lloran en la noche

Como íbamos entre varios no, no daba miedo cuidar de noche. En la noche cocinábamos chila, choclo; comiendo toda la noche estábamos.
Contaban sí de fantasmas, de almas que le dicen. Pero sí a veces nos hacía asustar. Hay ciertos animales que lloran en la noche, por ejemplo, el búho, el tucú; tucú porque dice va a morir una persona.
Después el búho mismo, el tushej le decían, esos pasaban volando ¡tusheeej! gritaban. Decían “va a ser bravo, ¿quién va a morir?”, teníamos miedo, parece que se nos va a presentar y en el pueblo también tenían miedo.
Cuando, dicen, había un olor a añaz, parece que ese animal paseaba por el pueblo, orinaba, eso huele feísimo, dicen “va morir gente” y realmente a los dos, tres días moría la gente, una persona; eran señales.

Esa costumbre “tushej o tucú ta llorando” ya pasa el olor, ya muere la persona. Y una vez que ha muerto ya tenían miedo salir a la calle porque de noche era bien oscuro, no se veía nada. Tenías que estar con linterna de mano o linterna de mechero pero como llovía a qué salir, no hay necesidad. Salvo los que iban a regar o a cuidar las chacras, sí, en el campo.

A mí después que me han hablao, no sé si se me habrá aparecido, pero sí he escuchado ruidos solamente, he visto sí alma. Mi tía me decía “hemos visto a las seis de la tarde en Tamborhuasi, he estao juntando moñiga y al frente subía una señora con su perro”, dice “he visto el alma de la señora y del perro”. Se iba a la altura dice la señora pero cómo va a subir a las seis de la tarde.

Las almas
Y yo una fecha he ido, sí, al campo a juntar las reses de mi tío, no mío. Era joven, estaba terminando secundaria. He ido a juntar sus reses y he subido solito hasta la altura. No había nadies, no encontraba su vaca, uno, dos había pero el resto “¿ónde están?”. Tenía que subir una altura de Wasú[1] para atrás y en eso he visto una señora que bajaba de la cumbre, con su pollera. Una pastora era, cargao su manta, “a esta señora le pregunto, que si hay vacas atrás subo, si no, no”.
Me he sentado allí, llevé mi fiambre, mi mircapa[2] que se llama, comiendo mientras esperaba a la señora. Acabé de comer todo, no bajaba, no llegaba. Bajó una holladita pero no salía a mi encuentro “qué habrá pasao, derrepente está paseando ahí no má su borrega”. He subido, estaba la hollada, más allá no había nada. Subo más, más, más allá vicuñas a empezao gritar ¡uhhh! ya eso me alegró un poco pero no he visto a la señora. Me dio miedo, ha sido alma.

Qué hora sería, habrá sido seguro las doce. No sé si estao con mi perro, alguien me ha dado valor, he subido, he divisao, me regresao ya me ido.
He visto a la persona que bajaba, no sé si pisaba tierra o no, pero he visto que bajaba, clarito. Y le conté a mi abuelita “alma habrá sido, mala hora has estado ahí”, ellos sabían todo pues.

En las minas

Mi abuelita me contaba ¡uy! muchas historias. Pero también otra fecha estaba con la tía abuela, ya mi abuelita había fallecido. Con la tía abuela estábamos allá en la vaquería y allá se cierra la neblina. Así como acá no se cierra la neblina cuando hay invierno y no se ve de acá, allá. Allá peor a dos, tres metros ya no ves nada, la neblina tapao.
Entonces para juntar las vacas, para sacar leche, a las crías no podíamos buscar, “¿dónde vamos?”, tenemos que ir caminando oscuridad, “cállate, cállate” me decía mi abuelita “haber cállate acá no má” y por ahí, ¡hosj, hosj, hosj! dicen, están comiendo las vacas. Solamente así podíamos encontrar. Algunos tenían sus nombres y les llamábamos “¡hey!”, ¡maaaa! decían y bajaban.

Más arriba subíamos, mi abuelita iba por un sector y yo me he avanzao por la otra esquina. Allí me he calmao, como ella dice, me he puesto en silencio para escuchar, en eso siento ¡taj, taj, taj! barreno, en la mina trabajando alguien y hablaban mom, mom, mom, feo. Medio que me dio miedo “pero gente estará aquí o estarán...” ya más pensando en la vaca “gente que están matando mi vaca”.

Entonces he vuelto a la vuelta, a mi abuelita le digo “abuelita creo que allá están con barreta, creo tan matando vaca”. “¿Dónde hijo?”. Otra vez le llevo y “cállate, cállate”, ya nada, ¡nada! pue. Hemos subido, en la mina no había nada. “Mala hora hijo estamos, vámonos, vámonos”, me dice mi abuela, “las doce serán, ya estos viejos salen pue”. Así hablaba ella, normal, pero a mí me daba miedo de chibolo.

En las minas seguro antes habrán trabajao, han muerto y ya pues ahora salen. Pero clarito golpeaban, no los he visto, he escuchado no má.
Esa mina ahorita creo que sí funciona. Antes no funcionaba ninguna mina.

Una vez de payaso me entré en una mina, habían huecos, pa cá, pa yá, ya no podía salir, no encontraba la salida. No sé cómo he salido, creo que con mi perro fui. Bobi también ha entrao pero por otro lado entraría Bobi. He llamao y él vino, ladró creo de afuera, más o menos así salí sino me hubiese quedado en la mina, ¿Qué hubiese pasao, no? Taba perdido como media hora, adentro, casi lloro.
Es bien feo cuando hay laberinto, cuando hay hueco por aquí por allá y yo de curioso he entrao. Pa entrar bonito pero para salir ya no hay luz, peligroso.

Antes dice que existían ¡uf! (se refiere a las almas) tenía miedo la gente. Antiguamente la gente vivía temerosa. No había robo, pero en esa vez estarían descubriendo esas minas que están explorando. Por ejemplo, en Pacaraos, ha empezao recién. Después de tantos años las minas chicas han dejao. Pero esa vez estarían investigando, venían otra gente, de otro sitio.

Pishtaco le ha matao

Esos ingenieros venían con su caballo, con su polaina (botas) como cachaco, como militar andaban y con su escopeta, bien armao andaban ellos. Decían de que por ahí en el silencio dice, la gente aparecía. A veces varias personas habrán desaparecido y cómo ha desaparecido esa persona, no pishtaco le ha matao. Ta matando pishtaco a la gente para llevarse el aceite. La grasa de las personas para las máquinas de las minas son buenas. O le entierran a la persona en la mina para que esa mina produzca. No sé qué creencias tenían y pa eso se llevaba a la gente.

Entonces uno tenía que andar de dos, de tres en tres, no solo, daba miedo. Pero cuando apareció el colegio, parece que ya todos esos mitos han desaparecido. Porque en el colegio se concentró la juventud de los siete, ocho pueblos que habían ahí y cada uno contaba sus costumbres ya más o menos se uniformizó, ya no tenían miedo, viajaban de acá pa yá. Ya no se escuchaba mucho como antes.

Por ejemplo, antes mi abuelita contaba bastantes (mitos) en la vaquería incluso bajaban en la noche, gritaban parece hombre. Ellos (las personas) tenían que estar oído en su covacha, adentro en su casa, en su estancia. Pasaban gritando, botando fuego, dicen, almas. A veces llegaban adentro, entraban a su cocina, le pedían comida y tenían que darle sin mirar porque no tenían pies. Cuando le atendían bien ya se iban y, si le atendían mal, le pegaban, le arrastraban dice. Así decían, o le dejaban botando espuma. Cómo sería pues antes ¿no? El perro aullaba, como tenían su perro, su gato pero así contaban y te daba miedo.

En la carretera

Ahora en la carretera en todo sitio es peligroso. Por ejemplo, hay personas que me han contao. Yo ya estaba trabajando allá como profesor, entonces iba con los alumnos a jugar a diferentes pueblos y allí nos quedábamos hasta las seis, siete.
A veces se venían los profesores con algunos, yo me quedaba con otros. Me decían “profesor no se vaya muy de noche”. Había la fiesta, por la fiesta nos quedábamos y me decían “no regrese por esa carretera, es malo, penan”.

Ese señor tenía su carro y su esposa era de Pacaraos, entonces iba de enamorao a Pacaraos pero se regresaba a su pueblo de Ravira de noche. Dice que cuando bajaba con su carro, ya cerca a Mani[3], se le aparecía dos carreteras, una por la orilla, otra por el rincón, bien bonitas. “Entonces ahora ¿cuál agarro?” decía, inteligente él dice agarró la del rincón, la pared “si es que no es, me choco, pero si no es la orilla, me barranco” y así agarraba la del rincón.
Ahí varios carros se han volcao, entonces él dice, se le han aparecido como a él dos carreteras han elegido la orilla y se han barrancao.

Así por ejemplo, al ir a los baños termales de Collpa hay lugar Quechua[4] se llama. Antes no había carretera, camino no más. Allí también han fallecido, varios se han rodao.

Había un señor que venía con sus llamas de Vichaycocha, dice subía allí y qué pasaría pues, sus llamas se han retrocedido, no podían subir. El señor “¡dale llamas, vamo, qué pasa!” y las llamas pa tras retrocedían. Al señor le han empujao, le han hecho rodar, se ha muerto.
De esa vez dice que había ratos que esa peña, ese camino se cerraba y entonces daba miedo. A veces nosotros íbamos a Catalina a las diez, once, veníamos de noche, subir daba miedo.

Con mi primo, ya cuando estábamos en colegio, íbamos a pescar. A las doce, once de la noche estábamos en el río pescando y se pescaba bien en la noche. Pa regresar era el problema, sin luz íbamos y el tío Hernán venía con su petromax ¡asu! todo iluminao en Quechua. “¡Ya viene tu papá, vamo!”, pasábamos con él, “¡tanto se demoran!”.
Dice que esa peña es fea ese rato, sí claro era peligro porque siempre rodaba piedras. Y cuando rodaban piedras, las cabreaban, decían “¡quién está tirando!”. Ah! insultaban la gente. A veces nosotros no sabíamos, hasta ahora.

La vez pasada estábamos yendo a Collpa, no estamos yendo a Collpa ¡ah! tú no has ido. El año pasado con tu mamá, con Corina hemos ido, en esa hollada tábamos entrando y justo empieza a rodar piedra. “¡Qué pasa carajo, deja pasar!” decía Corina, de frente habló, “¿por qué hablas así?”, “¡eso pue, alma tará andando este rato, alguien quiere asustarnos!” diciendo se pasa “¡hay que ser guapo!” dice. Hay que tener carácter para pasar, al que es débil se cae, se distrae y lo agarra dice.

La gente allá tiene que tener carácter para pasar cuando esté frente a eso, ahí mismo. A mí también me contaron eso cuando iba a regar de noche, “si ves o escuchas algo has sonar tu lampa, la lampa en la piedra ¡plag! ¡plag!, metal cuando suena, dice, se escapa”. Cuando escuchan metal se escapan las almas, los espíritus malos. Pero si no haces nada vienen.
Pero ahorita como hay luz eléctrica, hay todo, ya es mínimo. Salvo en el campo todavía derrepente los malos espíritus o la gente, las malas muertes de la gente.


La señorita en forma de caballo

Después también decían de que cuando una mujer, una señorita estaba con un cura, porque antes había ahí sacerdotes, policías, comisarios, ahora ya no hay. Dice una señora, estaría joven el padre Gamarra. Entonces esta señorita derrepente iría y dice en la madrugada, a las cuatro de la mañana salía en forma de caballo, botando espuma.

La gente cuando estaban regando por ahí veía, con fuego botaba, decía “éste carajo, éste es mulawarmi” decían mula, mulawarmi y dice que a pedradas con su machete, con su lampa le golpeaban al caballo hasta que del caballo saliera como un cóndor y ¡bum! se volaba, dice, el diablo y quedaba la mujer botada ahí. Le poseía a la mujer.
“Tú seguro has dormido con cura, estás con cura”, “no tía” le decía una señorita o señora. De ahí le llevaban maltratada a su casa.

Mira todo eso dice ha existido y cómo será. Pero la gente, los viejos hablan porque ha sido cierto.

Pero sí dice que el alma, el espíritu existe porque un señor, por ejemplo, iba ir a juntar su vaca a las seis de la tarde. Cinco de la tarde iba a llevar su caballo a la chacra. Y en el pueblo al montar su caballo, el caballo no sé qué hace, se cae de cerebro, muerto. La gente en ese momento, estaba todavía en el campo, viniendo algunos.

Una señora taba bajando, ha llegao al pueblo y dice que ella le había visto, se ha cruzao con ese señor que había muerto, con su caballo ha ido y se han saludao, “¿hasta dónde vas?”, “pa vaca” dice todavía lea hablao. Osea su espíritu del señor que ha fallecido ha ido con el caballo a cumplir la misión.
Entonces la señora llega y dice “¿por qué está llorando gente?”, “ha fallecido”, “¿quién?”, “Fule ha fallecido”, “¡cómo si ahorita yo mencontrao arriba, ta yendo pa su vaca!”, “no, acá su caballo le ha tumbao”, “¡con su caballo está yendo!” dice todavía la señora todo guapa “¡cómo me van a engañar!”. Ya ha visto su alma. “Mencontrao con él” dice.
Las seis de la tarde, imagínate. Son horas punta, seis, doce del día dice aparecen. Eso fue más o menos que te digo el 80. En esa época yo ya estaba trabajando, cuántos años tenía, derrepente tendría treinta y cinco años. No, treinta y dos así.
[1] Wasú es un lugar del campo donde se pastorea a los animales.
[2] Fiambre o mircapa es el refrigerio que los lugareños llevan cuando van al campo a buscar a sus animales.
[3] Mani es una peña por donde pasa la carretera hacia Pacaraos. Para pasar por ahí hay que hacerlo con mucho cuidado porque es muy angosto y en zig-zag.
[4] Quechua es una curva de la carretera que es muy peligrosa y temida por los lugareños, porque allí ha muerto mucha gente.

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